Para el silente rebaño de tu feudo
Llenas el aire con fingidas intenciones,
Y te traicionan, escapando por tus ojos,
Ya sin misterios, tus viles emociones.
Mercader de voluntades
De los que en tu libertad
Quieren salvarse de la muerte
Que no se cansan de tentar...
Tu narcotizante voz promete sin mentirles
El bienestar a los que todo sacrifiquen,
Viviendo sin sueños y sin metas,
Pidiendo que los castiguen.
Visionario repugnante,
Como si jamas viera sus llagas el leproso
No ves dentro tuyo nada que pueda asustarte.
Compras adeptos que tiren de tu carro
Dando migajas que ni nacen de tus bienes,
Y vas cuidando sabiamente su ignorancia
Por ser el propio pilar que te sostiene.
Mercader de voluntades
De los que han de perecer
Ahorcados por la misma soga
Que aferran para no caer...
Cierta solemnidad teatral engalana tu fracaso,
Como a la fiel legion que te sigue a cada paso:
Los muertos en vida, los locos, y los desesperados.